Cartas a mi hija: ¿ser madre no iba de otra cosa?
-Querida
J la gente te dirá que ser madre es maravilloso, pero eso no es verdad.
Maravilloso es una palabra que pertenece a tu vida anterior a ser mamá.
Viajar era maravilloso, leer a Murakami, ir a conciertos, comprar
billetes para el paraíso y embarcar con Papífero, era maravilloso. Pero
ser madre es otra cosa. Es una nueva verdad que te estalla en la cara
como 100 fuegos artificiales. Es una convulsión, un tsunami de agua
dulce, una descarga de Verdad. Creíamos que la vida era aquello, cuando
en realidad era esto. Que la felicidad se podía explicar, cuando no
existe calzador para meterla en una sola palabra. Que ya sabíamos de que
iba esto, cuando aún no habíamos empezado más que el prólogo. La
maternidad es un viaje hacia dentro que da sentido a tu existencia,
haciendo que lo de antes parezca el ensayo general. Es una montaña rusa
emocional que te lleva de paseo por todas las estaciones de tu vida. La
primera parada, reconciliarte con tu pasado, la segunda, poner patas
arriba tu futuro. Y tú vas arriba y abajo y al centro y pa dentro, al
principio sin control, hasta que te conviertes en el capitán de la nave
nodriza y te haces con los mandos, sintiendo que tienes una Misión en
este mundo, porque llevas a otro y tienes que llevarle a alguna parte,
una orilla mejor a ser posible. Y te transformas en tu mejor versión de
ti. Y aprendes a darte por entero y dejas de ser alguien que sólo
pensaba en si mismo. Así de simple, así de grande y así de extraño.
–¿Y eso te hace tan feliz?,
preguntará la audiencia de tu programa. La repuesta está en la primera
sonrisa de tu hijo. Ahora surcas el universo con una responsabilidad a
la espalda y tu alma a flor de piel, tratando de cambiar el mundo, para
que el mundo sea mejor para tu hijo, del mismo modo que quieres que tu
hijo sea mejor para el mundo. Y eso es más grande que todo lo que habías
pensado antes que significaba Estar Vivo. Sentirse vivo es una cosa,
pero estarlo…, estar realmente viva las 24 horas del día en un estado
permanente de enamoramiento, con el corazón en un puño y un motivo más
grande que tú para seguir viviendo en el otro, es otra cosa. La etapa
más dulce, sorprendente, salvaje, dura, amorosa e inesperada de tu
existencia, es sin lugar a dudas la maternidad, aunque te pises las
ojeras con los zapatos y tu vida no se parezca en nada a eso que
pensabas que iba a ser “ser mamá”.
(Mamíferas al borde un ataque de nervios)